Lola Álvarez Bravo es la primera fotógrafa profesional reconocida en México. Se acercó a la fotografía desde múltiples ángulos: trabajó como fotoperiodísta, fotógrafa comercial y retratista profesional, al tiempo que creó imágenes intensamente personales de gente, lugares y cosas a lo largo y ancho de su México natal.
Autorretrato, 1950
Además tuvo un papel muy relevante en la escena cultural mexicana, como estimulante maestra de fotografía, como amiga de innumerables artistas y escritores a muchos de los cuales fotografió, y como dueña de una prestigiosa galería que presentó la primera exposición de su amiga Frida Khalo en México, junto con algunos de sus retratos más poderosos.
Diego Rivera, 1945 Frida Khalo, 1944
Lola Álvarez Bravo inicia su carrera como fotógrafa en medio de la agitación política y artística que vino después de la Revolución Mexicana. Durante los años veinte y treinta se mueve en los círculos artísticos de Diego Rivera, Frida Khalo, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. El gobierno socialista de México promovía la libertad intelectual y le daba un enorme espacio público a las artes, lo que atrajo a su vez a líderes culturales de todo el mundo. André Breton, D.H. Lawrence, Tina Modotti, Paul Strand y Henri Cartier-Bresson son sólo algunas de las figuras que un vehemente idealismo y la oportunidad de escapar de las convenciones atrajo a México.
Henri Cartier-Bresson, 1963
En 1925 se casa con el fotógrafo Manuel Álvarez Bravo y en 1926 comienza
a hacer fotografías bajo su supervisión y continúa fotografiando
durante los siguientes sesenta años. Aunque algunas de sus fotografías reflejan la influencia de Manuel,
Lola logra construir una estética propia durante los años cuarenta y
cincuenta, concentrándose en el retrato y la fotografía de calle. En sus
cautivadoras imágenes encontró una manera de revelar la lírica del
mundo que la rodeaba, produciendo tranquilos ensueños de la vida de ese
momento.
Entierro en Yalalag, Oaxaca, 1949
"Busco la esencia de los seres y las cosas, su espíritu, su realidad. El interés, la experiencia propia, el compromiso ético y estético forman el tercer ojo del fotógrafo. Hay quien lo enfoca hacia el paisaje, yo me siento atraída por los seres humanos"


Tríptico de los martírios 2, Niño bizantino
Acapulco, Guerrero, 1950-51 Acapulco, Guerrero, 1950
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